LA VOZ QUE SIEMPRE QUISE – 17 –
Que sí, que ya os escucho desde los infinitos
así también se
os oye desde los mismos cielos,
el odio no se puede esconder bajo palio
cómo se intenta ahora ponerse a los servicios
del que fuera de luz y es hoy de los infiernos.
El hábito no es ya ropaje ni disfraz para los Papas,
el plumero se otorga solo a las aves de fuego
como lo es el Fénix y no esconde tonsuras
ni cíngulos, ni esas mitras que acompañan
ropajes de la piel de los pobres.
La repugnancia os toca
de la frente al badajo
y no como campanas sino como esos andrajos
que visten los leprosos, que dibujáis muy bien
en libros
retocados de mentiras continuas,
engañando a inocentes amantes de los dioses.
Pero no, NO sois
los dioses ni lo seréis nunca
por más que así os plazca, entregando a la parca
almas de los infantes que se duelen constantes
al paso de la historia, entre las sucias carnes
que os gozasteis con las de ellos.
Para ser hombres habréis de nacer una y mil veces,
porque sois como heces del peor animal que se
arrastra,
o que vuela, o del peor anfibio con piel envenenada.
A veces el hombre de esta calaña no sirve para nada,
tan solo nace o
muere sin dejar ningún rastro
que no sea el dolor, o la herida que arrastran las
victimas
del cinto o esa mirada terror que guardamos algunos
en recuerdo del aceite de purga, de desnudos corriendo
con lágrimas brotando por los poros del alma.
Si sois todos culpables por querer hacer ley de
horrores de antaño
y engañar a aquellos que os alimentan con trabajos robados
desde esos olvidos de los que hoy gobernáis.
Chema Muñoz©
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