LA VOZ QUE SIEMPRE QUISE -11
Siempre duele la mano en alto
si no es para ensalzar el éxito que es de todos,
la ganancia de la tierra o acabar con cataclismos
que nos llevan a los barros después de generar lodos.
Siempre duelen las sonrisas, carcajadas que se
expulsan
con espuma de la boca de quien no se duele nada,
de la muerte de los otros, del dolor de las penurias
venidas
de los intentos de historia, de asesinos de memorias
proscritas,
de envenenadas palabras y chances de las brigadas del
mal
que enarbolan en banderas el dolor de los demás.
Siempre desde los romanos se nos vienen a las manos
la luz de las
palmatorias, las cuevas de los leprosos,
los que del vicio se llevan sufrimientos y sollozos
sin sentirse los culpables de ser autores del cuento,
¿cómo importan los decretos si no importan los
comienzos?
Al origen fuera el hombre, de ahí milicias, de ahí
truenos,
perdiéndose la razón y comprándose los riesgos
por tener palabrerías
y por perderse el respeto,
la justicia, el alimento, no quiero ser liberal
lo que sí quiero es respeto por mi raza, por mi credo,
mi destino y el bienestar de los nuestros.
Me duele la mano en alto, si debajo está mi lengua,
mis costumbres, mi tradición y mis nietos,
si se me roba el futuro, la libertad de ser libre,
la paz junto a
mis vecinos en la piel de un toro negro,
si se me roban los sueños, como en los mejores
tiempos,
me duele la mano en alto si debajo está mi pueblo.
Chema Muñoz ©
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