LA VOZ
QUE SIEMPRE QUISE -21-
No es
la voz en realidad esa voz que siempre
quise,
es la
eterna necedad de tonos grises que afloran
cuando
se nace la aurora y se apaga en soledad.
La
soledad de los tontos, de los viles que
se encuentran
denunciados
por doquier sin querer reconocer
que son
viles de nacencia.
La voz
de mi soledad, no se cansa porque mira
a
horizontes de sus venas, y hace de las mañanas esas voces
de
verbenas que dan dolor a los muertos que envidian
las
luces de calaveras, el charol de las arenas que cubren
barbechos
y tumbas y sangrándoles el pecho
se oyen
por las esquinas vestida de libertad
el
rugir de la verdad cantando por peregrinas.
Mi voz
es de gitano cuando termina la fiesta
cuando
al acabar la siesta se levanta con la herida
y en
las manos trae desnudas las huellas con que atropellan
sus
sueños y le queman las estrellas.
Mi voz
duerme en libres corrientes, y se esconde entre las sombras,
se despide del silencio en la locura de montañas con las
manos temblorosas,
mi voz
es ese equilibrio junto a las voces que vuestras rompen ante las puertas
de toda
la esclavitud, se hace gigante, ajena y presente, con la testuz de un volcán
alzándose
en ese rastro que se da la cobardía que
nace de sus miradas.
Mi voz
se ríe a horcajadas de todo lo que se
ve, de lo que oculta la noche,
de ese
único momento donde la vida y la muerte
solo son el sentimiento
de un
miedo casi eterno que confunde los
encuentros de virtudes y defectos,
y
desencuentros que llevan desde siempre, desde dentro,
que se
pierde al horizonte y muere al recuerdo
de un beso.
Chema Muñoz©
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