LA VOZ
QUE SIEMPRE QUISE 23
La voz
que siempre quise,
me ha
llevado casi siempre al umbral de los sentidos,
desde
aquellas sensaciones que se tiene cuando niño,
unas de
naturaleza limpia como el agua de los ríos,
otras gestándose monstruos, delirios a lomos de los
caminos
que se
inventan si te patea la muerte, por las
lunas,
por la
suerte de resultar vivo un día en luchas de libertad.
Pero
hemos de esperar a crecer como un almendro,
florecer
como los juncos espigándose en la altura,
con la
piel de los quebrachos apretándose los labios
en esos
besos al sol que amanecen a horizontes.
Es
lento, muy lento caminar por las riberas
viendo la espuma en sus olas y sintiéndose el temor
del
rugir bajo las aguas, bebiéndose los aromas
que duermen en la memoria.
La voz
que siempre quise,
se la
llevan las respuestas al sentir cerrar las puertas
confundiendo
las verdades, las sombras de las laderas,
y el
hambre de las caderas que empiezas a vislumbrar
cuando
se va la niñez y te viene ese vacío que
se dibuja en la carne,
que se
derrama en los sueños y que se
pierde en la seda
que te
abraza cuando duermes.
La voz
que siempre quise,
es la
voz adolescente inventada en la
esperanza
ocultando
los misterios, descubriendo en senectud
no
haber cambiado en el tiempo, seguir siendo
viejo y niño
un
poeta mentiroso dibujándome solsticios donde poder dormitar
bajo un
mármol del olimpo.
Chema
Muñoz©
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